lunes, 29 de enero de 2018

Cerdos voladores

Se pasaba las noches enteras y los días por los sepulcros y por los montes, gritando e hiriéndose con piedras (Mc 5, 5).
Jesús, gracias a mis padres que me bautizaron pronto he pasado mu­cho tiempo en gracia de Dios, pero a veces siento al cachudo que me quiere dominar, y cuando lo consigue no sólo te ofendo a Ti, sino que me hago daño a mi mismo. Cuando pierdo el tiempo en casa –casi un mes ya de clases y aún no me he puesto las pilas para estudiar todo cada día–, cuando molesto en clase, cuando navego sin parar a la hora de dormir –a veces ahogándome– y a la mañana siguiente no me puedo levantar...
¡Señor, no quiero hacerte daño, no quiero hacerme daño!.
Había allí ... una gran piara de cerdos paciendo (...) y corrie­ron por la pendiente hacia el mar, donde se iban ahogando (Mc 5, 11.13) (Mt 8, 31).
Jesus, antes pensaba que si yo me libraba de pecar, era buen hijo de Dios. Pero entendí luego, que ser buen hijo de Dios conlleva ayudar a que los que conviven conmigo también estén cada vez más cerca de ti. Antes, quería echarlos al mar a todos, con sus marranadas, malas expresiones y vulgaridades. Ahora, quiero, Jesús, con tu gracia, no arro­jarlos al mar por un precipicio, sino llevarlos al cielo como yo quiero ir: por medio del trabajo, del servicio, con los sacramentos, y con la alegría que Tú me das… así se irán los demonios, así se convertirán los cerditos en soldaditos de mi Dios.
Jesús quiere que le ayudes a convertir cerdos en ovejas.

Propósito: Buscar algún cerdito para volverlo oveja.