Se pasaba las noches enteras y los días
por los sepulcros y por los montes, gritando e hiriéndose con piedras (Mc 5,
5).
Jesús, gracias a mis padres que me bautizaron pronto he pasado mucho
tiempo en gracia de Dios, pero a veces siento al cachudo que me quiere dominar,
y cuando lo consigue no sólo te ofendo a Ti, sino que me hago daño a mi mismo.
Cuando pierdo el tiempo en casa –casi un mes ya de clases y aún no me he puesto
las pilas para estudiar todo cada día–, cuando molesto en clase, cuando navego
sin parar a la hora de dormir –a veces ahogándome– y a la mañana siguiente no
me puedo levantar...
¡Señor,
no quiero hacerte daño, no quiero hacerme daño!.
Había allí ... una gran piara de cerdos
paciendo (...) y corrieron por la pendiente hacia el mar, donde se iban
ahogando (Mc 5, 11.13) (Mt 8, 31).
Jesus, antes pensaba que si yo me libraba de pecar, era buen hijo
de Dios. Pero entendí luego, que ser buen hijo de Dios conlleva ayudar a que
los que conviven conmigo también estén cada vez más cerca de ti. Antes, quería
echarlos al mar a todos, con sus marranadas, malas expresiones y vulgaridades.
Ahora, quiero, Jesús, con tu gracia, no arrojarlos al mar por un precipicio,
sino llevarlos al cielo como yo quiero ir: por medio del trabajo, del servicio,
con los sacramentos, y con la alegría que Tú me das… así se irán los demonios,
así se convertirán los cerditos en soldaditos de mi Dios.
Jesús
quiere que le ayudes a convertir cerdos en ovejas.
Propósito: Buscar algún cerdito para volverlo oveja.