Al sembrar, algo cayó al borde del
camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno
pedregoso, (...) cuando salió el sol, se abrasó. (..) Otro poco cayó entre
zarzas que crecieron y lo ahogaron (Mc 4, 3-7)
Jesús, yo de plantas y flores, no sé mucho. En mi casa son todas
plásticas –por eso de las alergias y los insectos; además, así no hay que
regarlas–. Pero de igual manera ¡qué pena por las semillas!: se las comieron,
se abrasaron y se ahogaron. Sospecho que estás hablando de las almas. ¿Se
pueden comer las almas? ¿A qué saben? ¿Y quemar y ahogar? Parece que sí: “Viene
Satanás y se lleva la palabra sembrada”(Mc 4, 15). Jesús, el demonio está muy
activo; ¡no me dejes caer en la tentación!
Piensa
si no te estarás poniendo como carnada para el Diablo.
El resto cayó en tierra buena; nació,
creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por
uno (Mc 4, 8)
¡Sólo una vida!: “Que tu vida no sea una vida estéril. –Sé útil.
–Deja poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu
vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros
del odio. –Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que
llevas en el corazón” (S. Josemaría, Camino 1). Y además como cantaban hace
tiempo, “sólo se vive una vez…”.
Imagina
lo mucho que puedes dar fruto con tu vida
Propósito: ser buena tierra para lo que Dios quiera de mi.