domingo, 28 de enero de 2018

Duele, pero es tu bien

Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de ese hombre!” El Espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un alarido, salió de él (Mc 1, 25-26).
Con qué fuerza, Jesús, arremetes contra el mal que hacía sufrir a aquél hombre. Me recuerda una cosa que pasó hace unos años. Fuimos de excursión con el colegio a un balneario. Cerca de uno de los colum­pios, había un panal. Cuando iniciaron a usar los juegos, las abejas, que vivían en toda la estructura del juego, atacaron a los niños. Unas maestras corrieron tras los niños que huían despavoridos de las abejas. Daban como de golpes con su suéteres a los niños. Los niños lloraban, pero finalmente, las abejas cayeron casi todas muertas, y los niños con picaduras fueran atendidos por unos socorristas de la Cruz Roja.
Pídele a Jesús que por tu bien, si es necesario use la fuerza.
Todos quedaron asombrados y se decían unos a otros: “¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva llena de autoridad! ¡Manda in­cluso a los espíritus inmundos y éstos lo obedecen!” (Mc 1, 27).
No sé si en tus tiempos pasaba, Jesús, que de pronto, uno siente que los malos son la mayoría. El año pasado, tenía unos amigos que me acompañaban a la capilla a visitarte; y en cuestión de meses, cam­biaron muchísimo: hacen chistes de la Iglesia; ven cosas inapropiadas en sus teléfonos (sí, y siento de tan corta edad). Me he llegado a sentir solo. Pero he descubierto, que no son la mayoría. Que los niños buenos somos más.
Pide a Jesús por tus amigos, para que nunca dejen al Señor.

Propósito: ser mejor amigo.