En aquel tiempo, Jesús se retiró con
sus discípulos a la orilla del lago, seguido por una muchedumbre de galileos
(Mc 3, 7).
Todos quieren ir detrás de ti, Señor. Yo también quisiera ser de
esos que van detrás de ti. ¿Cómo puedo hacer para seguirte más de cerca? ¿Cómo
puedo hacer para ser un discípulo tuyo? Lo primero quizá sea encontrarte. Te
encuentro a través de estos ratos de oración, en silencio. Pero también estás
fuera, en las calles, en el colegio, en mi casa. Estás esperándome en las
personas necesitadas, en los pobres, en los mendigos, en los ancianos. Me
esperas en las personas que caen mal, en los aburridos, en los que necesitan
ayuda.
Sal
en búsqueda de Jesús. Está esperando en alguien de tu familia.
Jesús había curado a muchos, de manera
que todos los que padecían algún mal se le echaban encima para tocarlo (Mc 3,
10).
Cuando por fin uno te encuentra, Jesús; ya no quiere dejarte. Si
salimos a buscarte en las personas necesitadas, como los ancianos de un asilo,
o los niños pobres de un hospital, aquello llena de una forma íncreible.
Gracias Jesús por quedarte en las personas necesitadas; así nos damos cuenta
que hasta el más torpe, tiene algo para dar a los demás. Dame valor para vencer
la pereza que me lleva a decir que no cuando me invitan a realizar alguna obra
de misericordia.
Cuando
encuentras a Jesús, en el más necesitado, inicia la felicidad.
Propósito: buscar a Jesús en alguna persona necesitada.