martes, 16 de enero de 2018

Coherencia y ejemplaridad

Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?” (Mc 2, 23).
¿Jesús, por qué tus discípulos cortaron las espigas? Quizá tenían hambre. No había un rótulo de “no cortar espigas”, pero los fariseos eran tan cua­drados y exagerados, que decían: cortar las espigas, es como trabajar, y en sábado no se trabaja. Les da igual si en realidad, estaban buscan­do simplemente algo de comer para mitigar el hambre. A ellos lo que les importan son las reglas, y la gente les vale muy poco. Jesús, yo también me siento así cuando me dicen que sería bueno que recogiera mi plato después de cena, y literalmente “recojo MI plato”.
Cuando se trata de ayudar y servir a los demás, no seas tan cuadrado.
El les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compa­ñeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacer­dote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros” (Mc 2, 25-26).
¡Eso es! Ahí les va la respuesta de Jesús. Hasta el gran rey David había hecho algo similar. Y los discípulos estaban con alguien más grande que David. Cuando estoy con el prójimo, también estoy contigo Jesús.
No te conformes con hacer tus encargos, ayuda a los demás.

Ayudar en mi casa haciendo un encargo que no me tocaba.