Un sábado, Jesús iba caminando entre
los sembrados y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces
los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está
permitido hacer en sábado?” (Mc 2, 23).
¿Jesús, por qué tus discípulos cortaron las espigas? Quizá tenían
hambre. No había un rótulo de “no cortar espigas”, pero los fariseos eran tan
cuadrados y exagerados, que decían: cortar las espigas, es como trabajar, y en
sábado no se trabaja. Les da igual si en realidad, estaban buscando
simplemente algo de comer para mitigar el hambre. A ellos lo que les importan
son las reglas, y la gente les vale muy poco. Jesús, yo también me siento así
cuando me dicen que sería bueno que recogiera mi plato después de cena, y literalmente
“recojo MI plato”.
Cuando
se trata de ayudar y servir a los demás, no seas tan cuadrado.
El les respondió: “¿No han leído acaso
lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros?
Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los
panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus
compañeros” (Mc 2, 25-26).
¡Eso es! Ahí les va la respuesta de Jesús. Hasta el gran rey David
había hecho algo similar. Y los discípulos estaban con alguien más grande que
David. Cuando estoy con el prójimo, también estoy contigo Jesús.
No
te conformes con hacer tus encargos, ayuda a los demás.
Ayudar en mi casa haciendo un encargo que no me tocaba.