Con muchas parábolas parecidas les
exponía la Palabra, acomodándose a su entender (Mc 4, 33)
Jesús, te doy gracias porque te acomodas a mi entender, pero a
veces, ¡a Ti, no hay quien te entienda! No porque sea absurdo lo que me dices,
sino porque un Dios tan grande no puede caber en una macetita como la mía. ¡Qué
Dios más pequeño si cupieras! “A sus discípulos se lo explicaba todo en
privado” (Mc 4, 34). Jesús, a mí dame tutorías, y cuando entiendo un poco, sólo
un poco, ¡qué alegría! Porque tus Misterios, Jesús, no son muros
infranqueables, sino mares inabarcables en los que me interno y profundizo cada
vez más.
Dile
tus Misterios preferidos: Eucaristía, Trinidad, los del Rosario
Les dijo también: “¿Con qué
compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? (Mc
4, 30).
Qué esfuerzo el tuyo, Jesús. Pero es que de verdad lo necesito. Me
acuerdo de una película, donde salía un personaje que vivía en un país
extranjero. El personaje no entendía el idioma, pero necesitaba trabajar. Lo
contrataron en un restaurante. El dueño le explicó lo que debía hacer. El
personaje asintió. El dueño le dijo que repitiera lo que le había explicado. El
personaje volvió a asentir. El dueño se extrañó. Le preguntó si hablaba el
idioma, y el personaje asintió una vez más. Conclusión, el personaje no tenía
ni idea de lo que le decían, y no hacía más que asentir. Que a mí no me vaya a
pasar esto contigo, Jesús.
Pon
atención a lo que te dice Jesús. Son cosas muy importantes.
Propósito: pedir tutoría en la oración.