miércoles, 10 de enero de 2018

Levantarse a servir

La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles (Mc 1, 30-31)
Jesús, esto me recuerda lo que me pasó una vez que me enfermé. Me dolía terriblemente el estómago y otras cosas. Mi mamá y hermanos se lucieron con sus cuidados y cariño. El médico, un hombre muy bueno, me dio un tratamiento que en tres días me dejó como nuevo. Cuando ya estaba sano, quería que todos continuaran sirviéndome como antes. Pero leyendo lo que hoy me dices, entiendo que yo debería haber de­vuelto tantas atenciones, sirviendo a mi familia.
Dale gracias a Jesús por tu salud, es un don para servir a los demás, y si estás enfermo… ofrece tus dolores por los demás.
Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos (…) De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar (Mc 1, 32-35)
¡Eres increíble, Jesús! Te pasas curando y atendiendo a tanta gente la tarde entera, y al día siguiente ya estás de pie temprano, para hablar con Dios Padre. A mí, me pasa al revés. Ni curo, ni atiendo a nadie; y al día siguiente, estoy con una pereza horrible sin ganas de levantarme.
Intenta levantarte siempre puntual.

Propósito: ayudar en mi casa sin necesidad de que me lo pidan.