Publicado originalmente el 1
de febrero de 2011
Viene uno de los jefes de la sinagoga (...) se postra a sus
pies, y le suplica con insistencia diciendo: Mi hija está en las últimas. Ven,
impón tus manos sobre ella para que se salve y viva (Mc 5, 22-23)
Jesús, ¿cuánto han rezado por mí mis padres?: en los 9 meses de
embarazo, las veces que he andado en el hospital, o cuando he estado mal
portado –aunque casi nunca se enteran–. Y yo, así de malagradecido, que rezo
por mis padres sólo lo justo. S. Josemaría, de muy pequeño, estaba desahuciado
por los médicos, –pensaban que moría esa noche–, y su mamá se lo pidió a la
Virgen, e hizo una promesa de ir en peregrinación de penitencia a la Ermita de
Torreciudad… Mi madre y mi padre me quieren un montón, pero sé que Tú, Dios
mío, me quieres más que todos las madres del mundo juntas.
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Pregunta a Jesús y a
los Ángeles Custodios de tus papás lo que han rezado y hecho por ti.
Y tomando la mano de la niña, le dice: “Talita qum”, que
significa: Niña, a ti te digo, levántate. Y en seguida la niña se levantó y se
puso a andar, pues tenía doce años (Mc 5, 41-42)
Y S. Josemaría amaneció saltando en la cuna, y Dª Dolores
cumplió su promesa a Ntra. Señora, y con los años decía a su hijo “la Virgen
te salvó para algo grande”. Todo lo que Tú tienes pensado para mí, y lo que
han rezado y rezan mis padres es para algo grande. Espero que mis padres
no se asusten si no es lo que ellos tienen planeado…
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¿Qué planes grandes
tienes para mí, Señor?
Propósito: Rezar
más por mis padres.