miércoles, 2 de enero de 2013

¡Qué viva la Navidad!


Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, (…) lleno de gracia y de verdad (Jn 1, 14).
“Darles Chickens”, en su famoso Cuento de Navidad, relata: —¡Felices Navidades, tío! ¡Que Dios te guarde!, gritó una voz alegre. Era el sobrino de Scrooge, un viejo tendero avaro y usurero. —¡Bah! , dijo Scrooge. La Navidad es una farsa. —¿La Navidad es una farsa, tío? Seguro que no habéis querido decir eso. —¡Claro que sí!, replicó Scrooge. ¡Felices Navidades! ¿Qué derecho tienes tú a estar alegre? Eres demasiado pobre... ¡Déjame en paz con tus Navidades…! —Aunque la Navidad no ha puesto en mi bolsillo ni una moneda de plata, siento que me ha hecho bueno y que me hará bueno; y por eso te digo: ¡Que Dios te bendiga!
·         ¿La Navidad me hace bueno?
Os traigo una buena noticia, una gran alegría, que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es el Mesías (Lc 2, 10-11).
Jesús, el viejo Scrooge sigue vivo en algunas personas que pretenden amargarnos las Navidades ¡Qué triste es una Navidad sin Dios! Jesús, quiero que también nazcas en esos corazones. Quizá tendrás que perforar una dura costra. Ablandaré su corazón con mis oraciones porque también son hijos de Dios.
·         Pide a Jesús por todos los que tienen la cáscara amarga y terminas.
Propósito: endulzar sin empalagar.