Publicado originalmente el 23
de enero de 2011
Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón,
al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el lago, pues
eran pescadores; y les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de
hombres» (Mt 4, 18).
¿Cuál es el colmo de un pescador?: —Pues que te pesquen.
Eso fue exactamente lo que le pasó a Pedro y Andrés: Jesús los pescó ¡Menuda
pesca! Pero desde el principio lo tuvieron claro: —¡Hemos salimos ganando! De
pescar sardinillas en un mar de nada, pasaron a pescar hombres –y algún que
otro lelo–, en el mar del mundo. Sus sueños de pescador (anchoas,
arenques) se quedaron cortos.
·
Jesús ¿te sirve un
pescado chafa? ¡Esto es lo que hay!
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de
Zebedeo, y a Juan (…) Y los llamó (…) Ellos le siguieron (Mt 4, 21-22).
Una vez abierta la veda de pesca, —¡peces temblad!—, les
llegó el turno a la competencia, a los de la otra barca. —¡A mí no me pesca!,
pensaron... Y Juan y Santiago se fueron tras Jesús en busca de otro mar,
tarareando una canción. Los que les oyeron recuerdan que sonaba algo así como: Tú
has venido a la orilla / no has buscado ni a sabios ni a ricos / tan sólo
quieres que yo te siga. / Señor, me has mirado a los ojos / sonriendo, has
dicho mi nombre / en la arena he dejado mi barca / junto a Ti buscaré otro mar.
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Lleva la canción a tu
oración, a ver qué te dice.
Propósito:
Tararear la cancioncilla esa.