martes, 8 de enero de 2013

La mosca más feliz del mundo…


Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como oveja sin pastor, y se puso a enseñarles con calma (Mc 6, 34).
Una mosca venía desde muy lejos porque quería conocer al Niño Dios. Le habían dicho que si se posaba en su frente, le diese un beso en nombre de todas las moscas de la tierra. Se le hizo muy largo el camino. Después de muchos kilómetros volando preguntó a las moscas que encontró, por la gruta de Belén. Le dijeron que no fuera porque en el Portal había una mula y un buey que estaban cerca del Niño y tenían malas pulgas. Ella no se asustó y se fue hasta el Portal. Se coló por una ventana y vio al Niño. Antes de posarse en su frente para darle el beso, mientras revoloteaba por ahí, se lo pensó pues veía cómo la mula y el buey empleaban sus rabos a fondo para que ninguna mosca se posase en la frente del Niño y lo despertase.
·         Aunque no eres una mosca, aprovecha estos últimos días de la Navidad para ver y besar al Niño Jesús.
Y se puso a enseñarles con calma (Mc 6, 34).
Esa mosca tenía mucho miedo a que la mula o el buey le diesen con la cola un buen azote. En un momento en que estaba el Portal en calma y la mula y el buey tranquilos, se posó en la frente del Niño y le dio un beso. Contempló a María y a José de cerca y se sintió la mosca más feliz del mundo.
·         Agradece a Jesús que se deje besar hasta por las moscas.
Propósito: aprender de la mosca más feliz del mundo.