Publicado originalmente el 20
de enero de 2011
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió
una muchedumbre de Galilea (…) Llegados a casa, se volvió a juntar la
muchedumbre que no podían ni comer» (Mc 3, 7.20).
Jesús, S. Marcos insiste en las multitudes que te asediaban,
también dice: “Había en torno de Él una numerosísima muchedumbre” (Mc 4,
1). Pero luego en la Pasión Te dejaron solo. Yo me acordé de Ti al leer a aquel
poeta de Chile: “Soy la multitud y estoy solo / Cantaba en la adolescencia /
Solo, y definitivamente solo, / No adentro de la multitud / Sino con la
multitud dentro”. Jesús, son tantos los que te siguen sólo a ratos y te
dejamos solo cuando cuesta.
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Jesús, ¿cuándo te
dejo solo?... Ya no más.
Jesús, dando una fuerte voz, expiró (…) Viendo el centurión, que
estaba frente a Él, de qué manera expiraba, dijo: Verdaderamente este hombre
era Hijo de Dios (Mc 15, 37-39).
Y es otro poeta chileno, I. Langlois, quien da respuesta: “A
los buscadores del infinito por cuenta propia se les hace saber / que el objeto
de sus nobles y erráticas exploraciones ha sido ya encontrado en una cruz / el
viernes de Nisán en las afueras de Jerusalén”. Jesús, tonto de mí, pienso
que soy yo el que te he encontrado, pero en verdad eres Tú quien llenas mi
soledad.
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Jesús: “no me dejes solo ni de
noche ni de día, que sin Ti me perdería”.
Propósito: Nunca
estoy solo.