sábado, 23 de junio de 2018

El diablo como león rugiente busca a quien devorar


Tened cuidado, no se os embote la mente con el vicio, la be­bida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día (Lc 21,34).
Jesús, ¿te refieres al botellón? Así, de primeras, el plan me parece de lo más cutre. Hay que estar bastante desesperado. Eso de empezar a beber hasta que se embote la mente, dejar de ser tú mismo, hacer el ridículo delante de personas que no te quieren o te quieren sólo como un objeto, pues no. Pero sé, Jesús, que cuando voy con los amigos no quiero parecer el raro del grupo y me dejo llevar… Cuando llegue, si llega, el momento y se os eche encima de repente aquel día, Jesús, no me dejes hacer el Canelo, dame valentía de huir. Jesús, prefiero lle­narme de otro licor que tanto le gustaba a San Pablo: el rico licor de la sabiduría.
¿Yo? ¿Botellón? Ni harto de vino… Eso es para desesperanzados.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir (Lc 23, 36).
Jesús, ¡ayúdame! Dame de tu fuerza. Que no me engañe. Como dice San Josemaría: No tengas la cobardía de ser valiente: ¡Huye! (Camino, 132). Que me sepa rodear de amigos buenos en los que pueda confiar y no de leones o leonas. Sed sobrios y vigilad, porque vuestro adversario, el diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quien devorar (1 Pet 5,8).
Mis amigos, son realmente amigos, ¿o bien son meros cómplices?
Propósito: Saber decir que NO