Y al orar no empleéis muchas palabras
como los gentiles que se figuran que por su locuacidad van a ser escuchados. No
seáis, pues, como ellos; porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad
antes de que se lo pidáis (Mt 6, 7-9).
Jesús, cómo te gusta verme junto a ti, aunque no te diga nada. A
veces, en la oración, estoy un poco empanado, no se me ocurre nada y entonces
me limito a mirarte. Eso sí, te miro con mucho cariño. Me imagino que soy un
perrito fiel tumbado a tu vera y que Tú, de vez en cuando, me acaricias o me
despiertas con un toquecito de tu pie. Porque bien sabes, Jesús, mejor que yo,
lo que necesito.
Habla
tú con Jesús durante dos o tres minutos; luego sigues.
Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro
que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre; (…) hágase tu Voluntad así
en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy… (Mt 6,
10-12).
Padre nuestro que estás en el Cielo… y en la tierra, en el
Sagrario y en el autobús, en la cocina y en mi cuarto, en la piscina y en la
montaña. Danos el pan de cada día y la leche, y chocolatinas, y chuches y un coche
nuevo para papá, y salud para mi abuela, y que me salga el sudoku,
y que siempre sonría, y que no mueran más niños antes de nacer, y que se acaben
las guerras, y…
Termina
los 5 minutos pidiéndole cosas a tu Padre del Cielo.
Propósito: Junto a Jesús,
hacer de perrito