domingo, 17 de junio de 2018

Todo el que pierde, gana


Quien encuentre su vida, la perderá; pero quien pierda por mí su vida, la encontrará (Mt 10,39).
Jesús, algunas veces he jugado contigo al escondite, ¡eres un cam­peón! ¡Qué bien te escondes!: en el Sagrario, en mi alma, en la de los demás... También hemos jugado al Antón Pirulero, al pilla pilla… Pero hoy quiero jugar contigo a la ruleta que siempre gana: todo el que pierde, gana: el mayor es el más pequeño, y el que quiera perder su vida, la ganará. Es un juego solo apto para niños, porque los mayores siempre están hablando de dinero, quién manda más, quién gana más, quién gasta más... ¡Qué aburrimiento! ¿Cuándo se darán cuenta, de una vez por todas, que el que pierde gana?
Y yo, ¿a qué apuesto? Apuéstalo todo por Jesús, ¡no te defraudará!
El mayor entre vosotros sea vuestro servidor. El que se ensalce a sí mismo será humillado, y el que se humille a sí mismo será ensalzado (Mt 23,11-12).
Jesús, para ser como Tú tengo que servir, ayudar más en casa, recoger la habitación, sacar el lavaplatos. Cuando llego a casa, encuentro a mamá sonriente, pero me doy cuenta de que está cansada. La pobre no para de la mañana a la noche cuidándonos a todos. El propósito de este rato de oración va a ser ayudar más en casa, ver en mi madre a la Santísima Virgen, para parecerme más a ti.
Piensa: En casa, en qué más puedes servir.
Propósito: Ayudar más en casa.