Quien encuentre su vida, la perderá;
pero quien pierda por mí su vida, la encontrará (Mt 10,39).
Jesús,
algunas veces he jugado contigo al escondite, ¡eres un campeón! ¡Qué bien te
escondes!: en el Sagrario, en mi alma, en la de los demás... También hemos
jugado al Antón Pirulero, al pilla pilla… Pero hoy quiero jugar contigo
a la ruleta que siempre gana: todo el que pierde, gana: el mayor
es el más pequeño, y el que quiera perder su vida, la ganará. Es un juego solo
apto para niños, porque los mayores siempre están hablando de dinero, quién
manda más, quién gana más, quién gasta más... ¡Qué aburrimiento! ¿Cuándo se
darán cuenta, de una vez por todas, que el que pierde gana?
Y yo, ¿a qué
apuesto? Apuéstalo todo por Jesús, ¡no te defraudará!
El mayor entre vosotros sea vuestro
servidor. El que se ensalce a sí mismo será humillado, y el que se humille a sí
mismo será ensalzado (Mt 23,11-12).
Jesús,
para ser como Tú tengo que servir, ayudar más en casa, recoger la habitación,
sacar el lavaplatos. Cuando llego a casa, encuentro a mamá sonriente, pero me
doy cuenta de que está cansada. La pobre no para de la mañana a la noche
cuidándonos a todos. El propósito de este rato de oración va a ser ayudar más
en casa, ver en mi madre a la Santísima Virgen, para parecerme más a ti.
Piensa: En
casa, en qué más puedes servir.
Propósito: Ayudar más
en casa.