Le seguía una gran multitud del pueblo
y de mujeres, que lloraban y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas,
les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras
mismas y por vuestros hijos (Luc 23, 27-28).
Jesús, las mujeres de Jerusalén lloraban, pero no sabían por qué
lloraban. Se dejaban llevar sólo por el sentimiento, por el sentimentalismo.
Jesús les dice: No lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y
por vuestros hijos. Es el peligro de una vida de piedad sentimentaloide,
que busca no el Amar sino solo Sentir. El
amor es mucho más que un sentimiento. Jesús, a veces me pasa. En la oración
busco sólo el sentimiento, el consuelo y, si no lo encuentro, si me siento
frío, entonces me desanimo... ¡Es que no lo siento..!
Jesús,
que me entere: En el Amor lo importante no es el sentimiento.
No es que sea malo el sentimiento y de hecho nos lo dice San
Pablo: Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús
(Flp 2, 5). Jesús, te pido que mi vida de oración se cimente en el
Amor. A veces me darás sentimiento, tus sentimientos, Jesús: propósitos,
afectos e inspiraciones… otras veces, sin embargo, estaré seco y frío, como un
saco de patatas y, quizá, en esos momentos el amor sea aún más grande.
Sin
ser sentimental, tener los mismos sentimientos de Jesús.
Propósito: Amar, aunque
no lo sienta