Volvió Jesús con sus discípulos a casa
y se juntó tanta gente, que no les dejaban ni comer (Mc 3, 20).
Jesús, no te dejaban ni comer, ni dormir, ni descansar, ni nada...
estabas expropiado de ti mismo. Y Tú, tan contento. Yo, ¡ya ves!,
sigo funcionando por la ley del gusto: ¡Es que no me gusta!, ¡es que no me apetece!..
Como en el chiste: Mamá no me gusta el abuelo… Venga, pues cómete las
patatas. Jesús, quiero ser como Tú. Ayúdame a quitarme caprichos, a
pensar siempre en las necesidades y gustos de los demás.
Jesús,
exprópiame de mis gustos, de mis caprichos. ¿Qué te puedo dar?
Vinieron a llevárselo, porque decían
que no estaba en sus cabales.
Ser cristiano, tomarse la Fe en serio, con los tiempos que corren,
es una locura, pero siempre ha sido así, a los cristianos nos han
tomado por locos. Jesús, tenías fama de loco. Fama bien merecida que nos ha llegado
hasta hoy: El más grande loco que ha habido y habrá es Él. ¿Cabe mayor
locura que entregarse como Él se entrega, y a quienes se entrega? (...) ¡Divino
Loco! ¿Cómo te tratan los hombres?... ¿Yo mismo? (cfr. Forja 824).
Jesús, te has vuelto loco... de Amor. Amor con amor se paga, y locura con
locura. A loco no me ganas...
¿Qué
locuras de Amor hago por Jesús? Piénsatelo y haz alguna.
Propósito: Hacer
locuras de Amor